domingo, 19 de febrero de 2012

Reckless


No soy cruel, simplemente he aprendido a usar menos el corazón- dijiste, y te fuiste.
Eres valiente, pero sabes que siempre te vas antes de darme la oportunidad de darte una respuesta. Y sí, sé que quieres ser de piedra, pero no lo eres. Y me rematas con una de tus frases para convencerme a mí, el último que queda al que no has convencido de serlo. Pero no lo harás. Que usas menos el corazón. A quién engañas. Sé que lloras por las noches. Sé que no puedes ser tan fuerte. Sé que me quisiste, al igual que yo te quise, solo que tú nunca me respondiste ‘yo también’ cuando yo te decía esas tres palabras que nunca le había dicho a nadie. Porque eres así, te gusta ser aguas turbias más que transparentes, y ver quién corre el riesgo de meterse en ellas. Que todo el mundo te tenga miedo. Ser invencible. Ser dura e insensible. Usar menos el corazón. Pero tuviste un problema cuando otro valiente se metió en tus aguas. Puedes guardarte tus frases, y si no la próxima vez que me sueltes una, no te vayas dándome la espalda, porque sé que te vas por miedo a romperte a llorar en ese mismo momento, o que te dé una respuesta que te rompa todos los esquemas. Porque te gusta tener la última palabra. Ser más lista que los demás. Sobre todo más fuerte. Pero no eres la única, y no me mientas. Sabes que no puedes carecer de corazón, por mucho que lo hayas intentado.

-A.

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