sábado, 23 de noviembre de 2013

I permanently won't do this again

Querida Magali:

Necesitaba una excusa para hablar contigo y supongo que esta es la razón que estaba esperando. Parece que nada es lo suficiente precioso después de pasar un año en París contigo. Lo sé, no estoy en mi derecho a decir esto después de voluntariamente haber aceptado el trabajo tan lejos, pero eso ya lo sabías cuando te conocí por estar de casualidad trabajando en tu querida ciudad, en esa que te sientes como una niña el día de navidad. Sabes que no estoy acostumbrado a las ataduras, aunque no sé si es porque me dan pánico. 
Bueno, quiero cambiar un pequeño matiz. No es que ningún lugar vuelva a tener ese encanto después de estar a tu lado por París, vale, es que nada tiene ese encanto que tienes tú, Magali. Dichosos los ojos de quien te vea. Rostro pálido, suave, y ligeramente enrojecido en la zona de tus duros mofletes. Unos labios finos como dos cuidadosas pinceladas en un lienzo, rosados por el frío. Y con tu mítica gabardina negra, y tus guantes grises que jamás conseguías combinar con nada. No sé Magalí, ojalá estuviese ahí para verte soplar las velas. Ojalá estuviese ahí para verte, y que me cojas solo el dedo meñique como hacías durante nuestros paseos por la noche, y seas como una pequeña niña alocada. No sé qué me has hecho Magalí. Supongo que yo a ti daño, pero de verás que lo siento. Debo admitir que espero que no estés agarrando otros meñiques, ni le beses la nariz a ningún otro.
Necesito volver pronto. De verás que un día de estos cojo un avión al Charles de Gaulle. Ya sabes, cualquiera que haya visto tus ojos achinarse al mismo tiempo que te ríes a carcajadas sabe que termina siendo adictivo. 
En fin,----

(Tacha todo. Arruga el papel y lo tira a la papelera frustrado. Silencio. Siente como si estuviese lloviendo. Como si siempre estuviese lloviendo.)

-A.