Confieso cómo me sentía y me voy. Confieso algo que no había salido de mi boca, lo digo y si te interesa bien, y si no, también, y ya me voy. Digo adiós y no espero que me contestes, tampoco voy a esperar a que lo hagas, simplemente lo dije, quizá no merezco que lo hagas. A veces creo que no sabes que yo también me he sentido igual a cómo te sientes tú. No lo veo extraño. No me suele gustar que sea notable. No al menos en ese momento.
Pero sí que hace tiempo que no experimento sensaciones fuertes. Hace tiempo que no siento miedo, ni adrenalina, hace tiempo que no me arriesgo y no subo a ningún tipo de montaña rusa, pero también hace tiempo que no me ilusiono, que no echo de menos sin razón, que no siento tristeza tan profunda como para valorar el doble la alegría.
Aunque confieso que sí he sentido ganas de llorar, más que de vez en cuando, pero menos que siempre. Pero no lloro. Mi corazón se ha vuelto una especie de piedra. Pesa, pero no siente, no molesta. Ha convertido todas las sensaciones de reír tanto que sientes que te va a salir el pack de seis en la barriga y llorar tanto que crees que no acabarás nunca, en neutras. Ya no llego a extremos, sino todo a un punto medio, y sí, que es bueno que no me haya sentido terriblemente triste, pero siempre es bueno llorar, y me he dado cuenta de que prefiero llorar de cuando en cuando y reír al máximo, que no llorar y tan solo reír con moderación. Y que la sensación más fuerte que haya tenido últimamente sea la que me deja una película, por una parte me preocupa y por otra simplemente me hace pensar.
Pero sí que hace tiempo que no experimento sensaciones fuertes. Hace tiempo que no siento miedo, ni adrenalina, hace tiempo que no me arriesgo y no subo a ningún tipo de montaña rusa, pero también hace tiempo que no me ilusiono, que no echo de menos sin razón, que no siento tristeza tan profunda como para valorar el doble la alegría.
Aunque confieso que sí he sentido ganas de llorar, más que de vez en cuando, pero menos que siempre. Pero no lloro. Mi corazón se ha vuelto una especie de piedra. Pesa, pero no siente, no molesta. Ha convertido todas las sensaciones de reír tanto que sientes que te va a salir el pack de seis en la barriga y llorar tanto que crees que no acabarás nunca, en neutras. Ya no llego a extremos, sino todo a un punto medio, y sí, que es bueno que no me haya sentido terriblemente triste, pero siempre es bueno llorar, y me he dado cuenta de que prefiero llorar de cuando en cuando y reír al máximo, que no llorar y tan solo reír con moderación. Y que la sensación más fuerte que haya tenido últimamente sea la que me deja una película, por una parte me preocupa y por otra simplemente me hace pensar.
Aún así, me gusta tener la mente tranquila y poder sentarme en la arena, serena, y dejar atrás las emociones. Beatus ille y todo a su tiempo...
-A.