lunes, 26 de agosto de 2013

''Nunca sabremos cuándo será la última vez de tantas cosas''

Liam era la persona más alocada, valiente, sinvergüenza, sincera, cínica, optimista y soñadora que jamás había visto. Creí que fue porque una vez leyó algo que decía como que el tiempo era como el dinero, como si cada día te depositasen 86,400 segundos en tu cuenta del banco y si no los usabas hoy, no se te acumularían para mañana, sino que los habría perdido, que cambió totalmente su vida, más o menos a un curso antes de acabar el instituto. Yo no sabía si esa nueva forma de vida era la más adecuada, pero nunca intentes pararle los pies a Liam. Llegó a tal punto que escuchaba música con los auriculares enredados para no perder tiempo deshaciendo los nudos (porque él siempre escuchaba música. Se rumorea con hizo puenting con los auriculares puestos  y su música sonando. Nunca me lo confirmó, sino que tan solo sonreía cuando le preguntaba). En clase no prestaba mucha atención y se dedicaba a hacer dibujos en una libreta o trastadas, y fue bien conocido el año pasado, en nuestro primer año de universidad, por hacer la mejor broma a un profesor nunca vista. Se iría a bastantes lugares del mundo con una mochila y tienda de campaña cogiendo vuelos lowcost durante sus vacaciones y sacó fotos de todos los amaneceres de todos los lugares a los que había ido que tenía esparcidas por la mesa de la buhardilla que usaba como cuarto. No perdía el tiempo recogiendo su habitación y jamás hacía la cama sosteniendo que "mañana la volveré a deshacer". He de admitir que era una excusa tonta, pero así era Liam, que con tal solo sonreírte le perdonarías cualquier cosa. Le encantaba el cine pero nunca se tragaría los créditos, y siempre que pudiese iba en bici. Solo le veía tranquilo cuando nos íbamos de excursión al campo y tras largas caminatas dormiríamos una siesta bajo la sombra de algún árbol antes de irnos. Nunca desperdiciaría un segundo haciendo algo que no le gustase, y eso te hacía sentir vivo cuando estabas a su lado, pero las cosas tienen un cierto límite. Desde pequeños, toda una vida, mi mejor amigo que se quedó huérfano y se convirtió en mi hermano y no pude ser la única persona a la que se lo contases. Joder Liam, a veces pienso que no sé si lo prefería así o que me hubieses avisado para mentalizarme de lo monótona que sería mi vida sin ti. Llegó a saber que nunca desperdiciabas ni un segundo en el que tu corazón latiría porque no sabías cuando iba a dejar de hacerlo, aparte de que sería pronto. Gracias por estar hasta el último latido a mi lado. Te echo de menos. Te echo tanto de menos.
-A.