martes, 27 de marzo de 2012

I'm giving up on half empty glasses

 No he tenido tiempo para despedirme de ti y no me importa. Ya no me urgen esas ganas de quedarme ahí contigo mucho tiempo cuando tengo que marcharme, porque ya no te echo de menos cuando no estás. Es un alivio. Era divertido acercarme a tus labios, no resistirme a mirarlos y volverme con una pícara sonrisa dejándote con las ganas. Eso siempre es divertido hasta que solo una persona siente esas ganas de hacerlo. Pero ahora me da igual decirte adiós con la mano a lo lejos, me da igual rechazar tus agradables abrazos y me da igual que no me mires con esa mirada.
Y tiene gracia que me den ganas de gritar a los cuatro vientos que me da igual, que vuelvo a ver todo con los mismos ojos de siempre, con los que paso de los labios de cualquiera y evito historias de amor que hacen sentir más de lo que quiero soportar. Y tiene gracia como nunca le habría querido confesar a alguien cómo necesitaba ver esa mirada todos los malditos días para sentirme ridículamente, pero exageradamente, bien. Y querría ir y plantarme delante de tu cara y decirte todo sin tapujos, hacerte saber que nunca jugué contigo y aún así sentí que perdí, pero ahora he vuelto a recordar que un juego con tantas sensaciones de por medio nunca me había gustado. No quiero correr el riesgo de que me vuelvas a mirar con esa mirada y agarrar la cintura con tus manos pero ahora, ahora me da igual. Y sienta bien.
-A.

Tu propio cerebro te juega malas pasadas



Hoy me he mirado al espejo y no me he deprimido tanto como de costumbre. No te lo dije, pero el hecho de que me quisieras me hizo quererme a mí misma un poco más. Tengo una pequeña raja en el labio. No he podido evitar pensar en ti y aquel día en el que me besaste la comisura de los labios si esperar que yo besase de vuelta. Tan solo me besabas suavemente una vez tras otra con una pequeña pausa, suficiente como para hacerme querer más.
Cuando uno tiene estos flashback es difícil volver a donde está. Pero ya estoy devuelta a este baño y me sigo mirando en el espejo. Después recordé aquel día en el que me esperaste en la entrada de los baños de aquel cutre centro comercial y al salir estabas ahí, con esa mirada que tanto me encantaba. Y ahora ya me he vuelto a perder por los recuerdos. Todo me recuerda a algo. Todo me trae flashbacks de aquello que supongo que no debo recordar. No digo ‘que no quiero recordar’ ya que también  supongo que uno no debe recordarlo cuando hace daño, pero tampoco olvidarlo.
Hace días que no te veo. Bueno, no voy a disimular, ¿vale? Hace cinco meses y diez días. No tengo ganas de verte. Solo me hace sentir peor. Y cuando digo peor es porque ya no sé qué me hace sentir bien. No estoy bien ni a tu lado ni lejos, y temo a todas esas cabezas que sobresalen de la multitud pensando que podrías ser tú, aunque por una parte quiero que seas tú; por ti sí disimularía una sonrisa para que veas que estoy feliz. Vale, sí, he vuelto a mentir, tú sí me haces sonreír como nadie. Lo peor es que parece ser que no tienes que hacer nada para conseguirlo. A veces te odio, eh. A ti y a esos odiosos cinco meses y diez días, y diecisiete minutos desde que comencé a escribir esto.
No te echo de menos, tan solo me faltas, pero no te echo de menos. Me gustan estos constantes flashbacks que vienen cada medio milisegundo, es agradable salir de esta sensación durante un rato y volver a aquella que comienza en la barriga.
Y bueno, como siempre me he ido por las ramas. Lo siento, es que hace tiempo que no hablo mucho sobre lo que pasa por mi cabeza. Quería darte las gracias por quererme aunque sé que nunca aceptas las gracias, y supongo que menos por razones irrazonables, y aunque suene a acto de desesperación o soledad- que sí, probablemente sí lo sea- desearía que me dijeses si alguien me querrá igual algún día. Y ya está, no te molesto más.
-A.

domingo, 18 de marzo de 2012

It wouldn't have worked out anyway



A veces cuando llego a casa pienso en ti. Me quito los zapatos pensando en ti, camino descalza hasta abrir la nevera pensando en ti y me siento sola en la mesa de la cocina a tomarme un vaso de leche fría pensando en ti. Y me recuerda a esos días que después de estar contigo no me apetecía estar con nadie, para quedarme por último con tu imagen, con tu beso de despedida como última palabra. Fue incluso la primera vez cogí el autobús sola, para sentarme y sonreírle tontamente al cristal al acordarme de ti. Para acordarme de cómo lentamente colgabas el móvil a la llamada de tu madre porque eso siempre significaría que te tenías que despedir de mí para marcharte. Pero yo me reía. Me reía de cómo hacías todas esas pequeñas cosas que hacía que te adorase. Aunque no te lo dijese, me gustaba cómo hablábamos de cosas tan insignificantes como qué coche tendríamos de mayor y los juegos de cartas de tu abuela, y lo adoraba. Igual que a ti. Igual que tus besos, tus abrazos, tus ojos, tu sonrisa y muchas cosas más que daría para largo.
Tiene gracia, todo pasa como debe pasar. Pero solo que lo sepas, sí pienso en ti y aún me acuerdo de nuestra promesa, y no sé si recordártela.

-A.


sábado, 17 de marzo de 2012

I kissed you for far too long and I'll let go


Cuando me siento sola y desespero, a veces pienso en ti. Y recuerdo que alguien pudo quererme aún con pelos rizados y estofados después de secarse del mar salado de la playa, cansada y con sudor después de perdernos en la montaña, después de cortarme diecisiete centímetros de pelo sin previo aviso asumiendo que seguramente no me favoreciese, aún cuando voy con esas ropas que me hacen más gorda, cuando llevo gafas en vez de lentillas, aún sin ser una de esas chicas que usan sujetadores de relleno para aparentar tener mejor delantera porque no la tengo, aún teniéndome tan lejos como de Londres a una isla del atlántico, aún sentados en un banco en silencio sin importar los comentarios de las mujeres que pasan sorprendidas de nuestro comportamiento, aún llegando a nuestra quedada en la playa enfadada con mi padre el primer día de agosto, aún cuando me comporto como una niña chica inmadura que solo quiere divertirse, aún cuando no paro de cantar la única línea que me sé de la canción que tengo pegada, aún cuando tengo vergüenza al conocer a gente nueva y me entre la risa nerviosa al encontrarnos con sus padres, aún cuando le puse fácil odiarme, aún con todas esas cosas que odiaba de mí y me hacía querer un poco más. Entonces espero que otra persona consiga quererme como tú, ya que sé que tú no lo harás más.

-A.

domingo, 11 de marzo de 2012

Ain't been sober since maybe October of last year


Creo recordar que te mereces algo mejor. Creo recordar que mereces a alguien que te haga reír todas las mañanas y te aguante tal y como eres en vez de hacerte cambiar. Alguien a quien le guste cómo te ríes de tus propios chistes y de lo torpe que eres en la cocina. Alguien que entienda tu humor pero sobre todo comprenda que necesitas a alguien fuerte para ser fuerte, y no alguien con cara larga que es vulnerable. Alguien que te agarre la mano a pesar de tenerlas frías, y tenga ganas de besarte incluso con pintas de recién levantada y sudadera y chándal. Alguien que no importe si no escribe cartas de amor, porque tú siempre has preferido saberlo con solo una mirada. Alguien que sea feliz al verte feliz. Alguien que te escuche y entienda lo que dices incluso cuando aceleras el ritmo de tus palabras. Alguien a quien le salga una estúpida sonrisa al mirarte y te enamore una y otra vez. Alguien que sé que no seré yo, pero por lo menos algo que te merezcas, y deje de hacerte daño, pequeña.
-A.

Love was just an easy game to play



Te odio por acercarte a mis labios y observar cómo se dilatan mis pupilas. Te odio porque vienes cada vez que te empujo para que te alejes, aunque en realidad no quiero, y me haces empujarte una y otra maldita vez sacando el esfuerzo de donde apenas puedo. Te odio por hacerme pensar en ti cada vez que paso por ese banco, cada vez que mi mente tiene tiempo para pensar en algo. Te odio por meterte en mis sueños y en mi cabeza mientras leo. Te odio por hacer que las conversaciones sean tan agradables que siempre pienso en contarte a ti las cosas. Te odio porque tener el maldito don de quitarme una sonrisa de la cara cada vez que te veo igual con otra. Te odio porque hacer sentir a cada una como si fuese única y que después ninguna la sea. Te odio por tu forma de jugar con lo que tienes. Te odio. Te odio por hacerme quererte.

-A.


domingo, 4 de marzo de 2012

They would never understand


Siempre me ha parecido horrible que la gente se comporte en plan víctima, es como: ¿no tienes nada mejor que hacer que intentar llamar la atención de todo el mundo? Pero están esos momentos en los que necesitas estar sola, pero no encuentras un lugar, y no es el momento, pero lo necesitas, y en esos momentos te sientes totalmente perdida, porque no sabes a dónde ir, no tienes a dónde ir.
Y encuentras ese pequeño lugar, y más que lugar preferirías llamarlo escape y cierras los ojos, en alivio. Pero no puedes hacerlo del todo bien, siempre está ese miedo a que entre alguna persona y piense que eres de esos que van de víctima, o que buscan atención, o que eres una depresiva que tuvo que ponerse triste en ese preciso momento, pero es que todo el mundo juzga sin saber, ¿verdad? Nadie sabe y todos hablan, todos escuchan con interés pero nadie con atención, y tú estás ahí, haciéndote como siempre la dura. Vamos anda, tú sabes que no lo eres y eres una estupenda actriz para estas cosas. Sigue. Sigue. Aguanta. Es una noche, que estarás sola como muchas otras, pero en las demás podrás quitarte la máscara y sentirte en tu lugar; es siempre mejor sentirse solo estando solo que sentirse solo estando acompañado, pienso yo.
-A.

We got our love to pay the bills

No te pido que me prometas un beso desde el último piso de la Torre Eiffel ni una foto en Machu Pichu. Tampoco te pido que nos apuntemos a clases de buceo para ayudar limpiando los mares con Green Peace. Tampoco te pido un loft en medio de Nueva York, ni un palecete de Madrid, o una casa de diseño ni en un remoto barrio de Andalucía. No te pido la tele más grande que haya salido al mercado, ni un colchón que nos haga dormir más plácidamente cuando tan solo dormimos. No te pido ni un tablet con internet para cada vez que salga de casa ni ningún tipo de tecnología en 3D. Tampoco te pido que me lleves a restaurantes en los que ni un plato de la carta baje de cincuenta euros y además sean del tamaño de una comida de Ferran Adrià. Tampoco te pido que tengamos un clásico Mercedes o un brillante BMW. Tampoco te pido que nos casemos en una playa de Hawaii, incluso me basta con el terreno de mi casa del campo. Me bastas tú. Me has bastado tú para enseñarme todas esas cosas que no necesito para ser feliz. Porque siempre piensas que tu sueño es ir alrededor del mundo y vivir en una preciosa casa, cuando no te sirve de nada si no tienes con quién compartirlo. Así que me basta con tenerte a ti dentro de un Seat de segunda mano, en un pisito de una calle en la isla y comer en nuestra cocina comida congelada. Me basta con tener la tele de la vieja casa de tus padres, y sobre el colchón, como si dormimos en un sofá cama. Me basta con aprender italiano a través de YouTube en vez del caro curso de buceo, y tener una foto contigo sentados en la cama de nuestro minidormitorio y el beso, con que me beses paseando de la mano por un parque no necesito más. No mientras sea contigo.
-A.

sábado, 3 de marzo de 2012

We have the story of the impossible

Como la tele de tu vieja habitación. Nunca se vio bien, siempre emitió sonidos sin sintonización y rayas desordenadas en blanco y negro. Pero nunca me importó. Me gustaba llegar y que tú te tumbases mientras yo intentaba una vez más que funcionase, y algún día ver una de mis películas favoritas contigo. En la cama. Esa cama. Y cuando me agarrarías por la cintura y traerme hacia ti, insistiendo en que no funcionaría. Y haciéndome de rogar lentamente soltaría el mando hasta tumbarme encima de ti y besarte. Con sed. Con sed de ti.
Ahora no sé qué has hecho con esa tele, pero tampoco sé qué has hecho con tu cuarto ni con tu vida. Sería injusto pedirte ser la primera y la última en estar en esa cama. Pero supongo que me tiene que bastar con ser la primera. Nunca fuiste como los demás, pero ahora habré dañado tu orgullito y te convertirás en uno más. Y saldrán muchas de tu cuarto. Una tras otra. Pero ninguna se hará la difícil, ninguna intentará encender esa maldita tele, así que no me busques en sus labios porque así solo me pierdes.

-A.


Welcome

Nadie es perfecto, sabes. En realidad resulta prácticamente imperfecto ser perfecto. Eres inseguro, ¿lo sabías? Aunque no entiendo por qué; nadie te va a dejar de querer por ser tú, por no ser lo que los demás quieren que seas. Lo contrario, los que saben apreciar a una persona adorarán eso. Yo cometo mucho errores, y además está comprobado que nací para mantenerme al margen de la perfección. Creo que una vez fui infiel, y muchas veces me olvido de decir gracias. Visto raro y puedo ser hipócrita. Odio criticar, pero supongo que lo habré hecho, y cometo errores, uno tras otro, pero, a quién le importa. Solo importaría si les dieses importancia, y deja que cada uno esté ocupado con sus propios problemas y trapicheo y te dejen en paz a ti. A veces eructo en alto y soy incapaz de controlar mi escandalosa risa. No puedo vivir sin calcetines y nunca sé la hora. No controlo mis tonos de voz y me río de mis propios chistes. Necesito tiempo a solas y odio depender de alguien y echar de menos. Tengo miedo a ser un libro abierto y a veces me gusta portarme como los tíos. Soy una lapa que necesita amor todo el día pero no puedo estar con la misma persona 24h. Puedo ser insoportable y pesada, sobre todo insistente y cabezota, y maniática del orden. Me aburren las personas deprimidas y que no saben divertirse y no encajo con nadie. Te invito ahora a que me digas tus defectos, y que veas cómo alguien puede quererlos.
-A.