martes, 27 de marzo de 2012

Tu propio cerebro te juega malas pasadas



Hoy me he mirado al espejo y no me he deprimido tanto como de costumbre. No te lo dije, pero el hecho de que me quisieras me hizo quererme a mí misma un poco más. Tengo una pequeña raja en el labio. No he podido evitar pensar en ti y aquel día en el que me besaste la comisura de los labios si esperar que yo besase de vuelta. Tan solo me besabas suavemente una vez tras otra con una pequeña pausa, suficiente como para hacerme querer más.
Cuando uno tiene estos flashback es difícil volver a donde está. Pero ya estoy devuelta a este baño y me sigo mirando en el espejo. Después recordé aquel día en el que me esperaste en la entrada de los baños de aquel cutre centro comercial y al salir estabas ahí, con esa mirada que tanto me encantaba. Y ahora ya me he vuelto a perder por los recuerdos. Todo me recuerda a algo. Todo me trae flashbacks de aquello que supongo que no debo recordar. No digo ‘que no quiero recordar’ ya que también  supongo que uno no debe recordarlo cuando hace daño, pero tampoco olvidarlo.
Hace días que no te veo. Bueno, no voy a disimular, ¿vale? Hace cinco meses y diez días. No tengo ganas de verte. Solo me hace sentir peor. Y cuando digo peor es porque ya no sé qué me hace sentir bien. No estoy bien ni a tu lado ni lejos, y temo a todas esas cabezas que sobresalen de la multitud pensando que podrías ser tú, aunque por una parte quiero que seas tú; por ti sí disimularía una sonrisa para que veas que estoy feliz. Vale, sí, he vuelto a mentir, tú sí me haces sonreír como nadie. Lo peor es que parece ser que no tienes que hacer nada para conseguirlo. A veces te odio, eh. A ti y a esos odiosos cinco meses y diez días, y diecisiete minutos desde que comencé a escribir esto.
No te echo de menos, tan solo me faltas, pero no te echo de menos. Me gustan estos constantes flashbacks que vienen cada medio milisegundo, es agradable salir de esta sensación durante un rato y volver a aquella que comienza en la barriga.
Y bueno, como siempre me he ido por las ramas. Lo siento, es que hace tiempo que no hablo mucho sobre lo que pasa por mi cabeza. Quería darte las gracias por quererme aunque sé que nunca aceptas las gracias, y supongo que menos por razones irrazonables, y aunque suene a acto de desesperación o soledad- que sí, probablemente sí lo sea- desearía que me dijeses si alguien me querrá igual algún día. Y ya está, no te molesto más.
-A.

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