miércoles, 8 de diciembre de 2010

Viajante de tu mirada


Y después de mil noches echándote en falta, mil noches imaginando como sería este momento, aquí estás. Quizás no es tal y como lo imaginé, pero tú sí, con tu inconfundible sonrisa. Quizás un poco más mayor, pero igual de bella. Y todos se acercan a ti, mientras yo te admiro a lo lejos y pasa ante mis ojos una película. Nuestra película. Todos esos momentos, todas esas risas y todas esas lágrimas. Y detrás de todas esas sonrisas, escondido mi secreto, mis sentimientos hacia ti, que eran mucho más de lo que podrías imaginar. Más allá de a donde llega la imaginación. Y apareces entre una multitud de gente de caras conocidas, pero que se hacen nadie al perderme en la mirada que compartimos y sin querer saco una sonrisa. De felicidad. Porque solo tú puedes hacerme tan feliz, y deseo con todas las ganas del mundo envolverte entre mis brazos y hacerte sentir segura, y mía. La chica más feliz del mundo, tan feliz como solo me haces tú a mí. Ojalá pudieses decirme si tú también lo deseas. Y veo como todo esto transcurre a cámara lenta. Tú te aproximas soltando las maletas de una forma loca que te caracteriza mientras pintas una sonrisa el doble de grande en tus labios y yo río. Y sin darme cuenta estás entre mis brazos, como siempre he querido y cierro los ojos. Te digo todo lo que habría gustado decirte, todo lo que me habría gustado confesarte sin necesidad de palabras. Te he echado muchísimo de menos, ¿sabes? Y lo dices tú acompañado de una de tus sonrisas. Con tu dulce voz que parece una eternidad desde que no la escuchaba:

-Te he echado de menos.

Y yo te miro a los ojos.

+Y yo, ni te imaginas.

-Dudo que tanto como yo

Y te acercas, me coges el rostro con las manos, con fragilidad, y me besas, delicadamente. Te separas. Me miras, y te ríes, y yo tengo un acumulo de sensaciones y no sé que decir, y cuando no sabes que decir, ¿sabes qué es lo mejor que puedes hacer? Dar un beso. Y te lo doy, con todo este amor que he acumulado durante tanto tiempo y siento esta tonta alegría, que es la mejor sensación del mundo y deseo que este momento no acabe nunca. Nunca.


C. Díaz