sábado, 26 de noviembre de 2011

Trayectos en guagua que traen inspiración

Porque me gusta encontrarle las palabras que a ella no le salen, http://lovefallsondeafears.blogspot.com/

La mecánica del corazón




Lo mejor de ese tiempo era acompañarte a casa y que mientras hablásemos, y cuando yo menos lo esperase, tú te reías y yo me volvía a enamorar, una y otra vez de tu sonrisa. Y en ese portal de vallas rojas en las que te besaría dejándome llevar, y viéndote marchar sabiendo que ya te estaba echando de menos. Y esos besos con sabor a kinder, y sabor a Sprite, y sabor a ti. Y tu seguridad y el brillo de tus ojos, y sobre todo tu necesidad de cariño, de mi cariño. Tan tú que no podía evitar tener una sonrisa en mi cara al tenerte a mi lado, y tú entrarías a ese portal torre B y yo seguiría caminando hasta mi casa, con las manos en el bolsillo, el sonido de mi música en mis oídos, y el sabor de tus labios en los míos.
Y ahora te vuelvo a acompañar a ese portal torre B, solo que han pintado la valla de otro color y bueno, tú y yo somos tú y yo y no uno. Y ha sido casualidad y un accidente, pero quizá sí me apetecía caminar contigo, a tu lado, una vez más, es agradable... Y no sé si tú me echas de menos, pero cuando menos lo pienso me doy cuenta de que yo sí. Te echo de menos, pero no te necesito. Pero te echo de menos. Y ahora tú caminas segura y serena, pero ni feliz ni enamorada, y no nos miramos a los ojos como para apreciar tu brillo. Y yo me paro y te digo adiós y tú muestras una leve sonrisa y un gesto de mano que haces mejor que nadie. Y me resulta extraño, ver esa sonrisa que me enamoraba una y otra vez, y ahora no sé si es que tu sonrisa ha cambiado o si es que ya no me puedo enamorar aún más....
-A.

ALEXITHYMIA


Y ella dirige su vista hacia a la ventana, pero no ve ni mira. Simplemente espera que nadie lea sus brillantes ojos marrones. Espera que nadie lea sus ojos como ella lee los ajenos. Espera poder reprimir esa lagrimita que va a caer mientras siente intensamente cada una de las palabras que dice. Espera volver a casa y llorar tranquila para no tener que dar explicaciones, sobre todo esas explicaciones que no puede dar. Escribirá un día más es su libreta que ha derramado lágrimas, pero deseando que mañana acabe. O si no es mañana, que sea pasado, o pasado, pero que por favor acabe pronto para darle tiempo de ser feliz, de encontrar otra razón más para escribir en su libretita de 'Razones para sonreír' y no tener que ir al balcón a fumar un cigarro para creer que es realmente una excusa para sonreír en vez de una excusa para llenar ese papelillo en blanco que desea ser escrito. 
Y sobre todo, por encima, muy encima de todo esto, espera poder dejar de pensar en ti... cuando llora. Espera poder dejar de necesitar un abrazo tuyo sin más y de desear que fueses tú el que está a su lado mientras llora, el que está ahí ahora. De visualizar la escena en la que te lo quiere decir todo que en realidad es nada, solo estar junto a ti, saber que estarás ahí. Desea poder expresarte cada una de las palabras que tiene que decirte con sus labios y no con tinta, y que no se le quiebre la voz mientras lo hace.
Y bueno, si no es posible que pueda llegar a conseguir plasmar mis sentimientos en palabras que se lleva el viento en vez de palabras que permanecen en el papel, o que no se me vaya la voz paulatinamente mientras lo hago, que por lo menos, no seas tú esa persona. Por favor.
-A.

Sincerely, a hopeless heart



Y es que es insoportable. Es sorprendente, es decir, a mí me sorprende como gente no comparte mi opinión. Esa gente que tiene la necesidad de tener a alguien en su cabeza. A mí, que me gusta tener la mente tranquila, sin preocupaciones, sin escenas, sin ti. Porque odio la sensación esa de sentir algo demasiado fuerte por alguien, correr el riesgo de que la otra persona no sienta lo mismo y estar todo el día por las nubes imaginando cosas que pasarán totalmente diferente- si es que al menos pasan. Odio tener a alguien en la cabeza. Odio tener ganas de abrazarlo y que me bese lentamente. Odio echarle de menos, y odio más echarle de menos teniéndolo cerca, sentado justo en frente de mí en clase de filosofía, y me quedaré mirando su nuca esperando que nadie se percate de mi expresión. Odio cuando te miro y me vienen miles de cosas a la cabeza, y peor, odio cuando me da las cosquillas estas en la barriga que nunca notarás, y no quiero que lo hagas. No quiero que notes como me gusta cuando me hablas y te acercas poco a poco y como a veces desvías la mirada a mis labios. Pero el caso es que no quiero pensar en ti, así que vete, así que cámbiate de sitio-aunque te seguiría buscando por el aula-, cámbiate de sitio en mi corazón- y pasa a la cabeza que usa más la razón-, y deja de ser tú, porque entonces seguiré cayendo una y otra vez, y en alguna no tendrás intenciones de cogerme.
-A.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Un paseo por las nubes


No hables. No hace falta que lo hagas, no hace falta que lo hagamos. Necesito que no lo hagamos. Necesito dejar de echar de menos esta sensación. Necesito volver a sentir lo que era sentarme tu lado y mirar las estrellas (bueno, yo las miraría y tú cerrarías los ojos, dándome la oportunidad mirarte sin que te percataras) sin decir palabras, estar en silencio. Necesito volver a estar tumbada a tu lado sin decir absolutamente nada. Porque así lo decimos todo. Porque así es como me gusta, así es como me gusta porque así es como sé que estoy a tu lado y no al lado de otra persona. Porque necesito saber que no hemos perdido eso que para mí es la confianza, que como dice la gente, llega a dar asco. Pero me encanta; me encanta que dé asco. Me gusta abrazarte, sin más, sin razón ninguna, porque quiero y porque lo necesito y porque tú lo agradeces, y no digo nada, no hace falta que digamos nada. Me gusta así.

Necesito que nos sentemos a mirar las estrellas, porque últimamente estar contigo es como estar en ellas, porque últimamente mirarte es tan bonito como mirar las estrellas y no quiero. Así que quiero volver a ver las estrellas en el cielo y no en tu sonrisa. Porque me asusta estar tan alto contigo, porque cada vez veo el suelo más lejos, y la bajada es más brusca. 

 -A.

jueves, 17 de noviembre de 2011

"Quelqu'un m'a dit"

Me resuelta curioso. No había encontrado tiempo para escribir hasta que me encontré contigo. Quizá no es que no lo hubiese encontrado, quizá es que no lo había buscado, o tampoco encontraba razón suficiente para escribir. Eres tan tú que me encanta, aunque no sepa en que te has convertido. Pero te veo a ti, serio y maduro, pero a la vez tímido al que yo le sacaba una sonrisa. No sabes cuantas veces me apetece hablar contigo y que nos contemos todo lo que no has pasado, que me cuentes cómo te va todo, que me cuentes todas las personas que han pasado por tu vida, que me cuentes si yo me he ido de ella...

-A.

Lo que viene después de hoy

'El futuro me inquieta.'
Vaya tema, no sé si podría seguir adelante con esta redacción ya que no sé lo que es el futuro, solo sé que me intimida. No es suficiente con decir que es lo que viene después de lo que estamos viviendo. Todos hablan del futuro esperando grandes cosas de él, cuando sin darse cuenta ese día que es tan solo un día más pertenece a ese futuro con el que tanto soñabas hace unos años, y es solo eso, un día más donde no ha pasado ninguno de tus anhelados deseos, solo decepción.
El futuro da miedo. Al menos a mí, pero también he de admitir que me da miedo todo lo que no conozco. Me gusta meterme en un burbuja, en mi burbuja donde no existe un 'adónde voy' sino un 'dónde estoy', y estoy tranquila. Me gusta estar viviendo, y no pensar en lo que va a pasar después de que esté aquí sintiendo las olas de la playa. Pero es imposible: todo lo que hago, todo lo que estudio, todas mis acciones tienen peso en el futuro.
Me asusta lo desconocido, sí, pero no solo que el 'futuro' lo sea, sino que me desconozco a mí. Desconozco mis capacidades de seguir adelante, desconozco mi capacidad de seguir caminando y creciendo sin poder mirar atrás a mi nostálgica infancia, y me es desconocida mi capacidad de aguantar dentro de mí mi síndrome de Peter Pan. Y no puedo caminar con pausas, el tiempo no espera, no me espera, sigue rodando: yo avanzo con él o no avanzo. Porque es así: o haces lo que debes hacer y lo que los demás esperan que hagas o no irá bien. Porque es eso, es un ciclo que todos siguen: terminas los estudios, te casas, tienes hijos, y todo son obligaciones, ¿y dónde está el tiempo para hacer esas pequeñas cosas que me hacen feliz, dónde está el tiempo para tumbarme en la arena sin preocupaciones y evadirme dejando mi mente vacía, dónde está mi tiempo para viajar por el mundo y fotografiar amaneceres desde las playas de Australia y atardeceres desde la torre de Toronto, dónde está mi tiempo para encontrarme, y volver a mi burbuja, que paulatinamente han explotado, dónde?
Porque a veces me pregunto si soy la única que se siente así: desubicada al pensar en lo que viene mañana, o que cuando imagina un futuro es incapaz de pintar en él. Porque miro hacia adelante y no veo nada. Porque eso es el futuro, supongo que es eso: un texto desordenado, ilegible y sin sentido que nadie consigue descifrar hasta que lo escribe. Y yo miro ese texto y me rindo, pierdo mis agallas y busco un escondite. Porque soy así; porque me gustan los retos, pero no los que ponen mi felicidad en juego, porque tengo miedo a que mañana tenga que renunciar a una tarde de risas para quedarme estudiando, y la semana que viene pierda dos días sin tardes inolvidables por estar encerrada trabajando, porque no quiero encontrarme en la fila del paro pero tampoco quiero levantarme cada mañana harta de mi trabajo, y que todos los días sean una rutina. Porque por mucho que crezca de aquí a dentro de unos años, seguiré siendo una pequeña personita en un mundo tan grande, y no quiero perderme; así que prefiero pararme en este punto del camino en vez de equivocarme de dirección. Pero no puedo, detrás me empujan; no hay tiempo para miedos ni boberías como estas que nadie comprenderá, y sea como sea: me inquietas, Futuro.

-A.
#cosasquenomeatrevoadecirenlengua

sábado, 5 de noviembre de 2011

L'esprit de l'escalier

Eyy, (perdona que te salude así hasta en una carta que teóricamente debería ser más formal, pero no frecuento el ‘Hola’ cuando tengo algo que decir, y tengo bastante, bueno, ya sabes como soy, o al menos tengo ganas de que lo sepas, y que te guste…). Bueno, necesitaba hablar con alguien. Espero que no te importe que te haya elegido, es más, si te soy sincera me gustaría que hasta te agradase, pero tranquilo, si es así no tienes por qué admitirlo. Últimamente me pasa algo raro, hacía tiempo que no me pasaba. No quería admitirlo, pero aquí estoy, y no me gusta esta sensación. Cada vez que me ocurre algo, tengo ganas de decírtelo, de contártelo en profundo detalle y que me conozcas más, y que te rías conmigo, y que aunque no sea gracioso, te haga gracia mi risa, y te rías, del corazón, no forzada. Y no sé si sentirme mal porque no te vaya a pasar conmigo o porque te pase con mucha gente. Y no sé si estoy enfadada porque me pase o porque a muchas más personas también le pase lo mismo contigo. Y suena estúpido, y es inevitable, y te echo de menos. Que estoy harta de solo ‘holas’ ya que no va nada después, o que me ponga nerviosa al haber olvidado de qué hablábamos, pero que me sentía genial durante esos momentos en los que te ganaste un trocito de mí. 

-A.

Tú de Marte, yo de Venus

Me gustan las estrellas. Pienso que son poderosas, tan sabias, tan superiores a nosotros. Simplemente están ahí y aparecen por las noches. Se dedican a observar a algunos que otra noche más aún se siguen enamorando y como otros se dedican a lloran. Como algunos idiotas se hacen más daño a ellos mismo que el que le hacen otras personas, pero quizá es que no comprendan que algunos orgullosos preferimos hacernos daño antes de que nos lo hagan, y hacernos los fuertes. Se clavan al cielo para que ese pensador que se tumba a mirarlas sepa que no está solo. Que se convierten en fugaces cuando necesitamos recordar lo que era tener esperanzas y sueños. Que brillan siempre, con su luz propia, como nosotros necesitamos hacer siempre, y que se unen entre ellas para crear cosas preciosas, como humanos que necesitamos a otras personas, pero la diferencia es que entre ellas no se hacen daño ni se traicionan. Nunca fallan, siempre salen, no son fáciles de conocer, a veces tienes que ir más alto para verlas en todo su esplendor y son pequeñitas para nosotros, pero en realidad son tan grandes.
Y sobre todo me gustan porque unen a las personas, nos unen a nosotros, a nosotros dos, porque sé que donde quiera que estés, cuando mire al cielo, tú verás lo mismo, el mismo cielo decorado con estrellas que nos cubría cuando nos pasábamos tiempo juntos y comencé a hacerte parte de mi vida tiempo atrás.

-A.