viernes, 14 de octubre de 2011

El tiempo en el que te quería


Y guardaba todo esto en una caja. Sí, eran pequeñas cosas, más bien boberías, pero cada una de ellas por ti y para ti. Desde la piedra de la playa de aquel día que nos conocimos hasta la entrada de la última vez que fuimos juntos al cine. Y no sé si tú sabías hasta qué punto, pero había algo especial, y tú de eso sí eras consciente. Vale, que era una gran amistad, pero no sé si a alguien se le puede dar pan para quitarle la sed, y yo tenía sed de ser tuya. Así que decidí guardar en esa caja infinidad de cosas: mil carta que te escribí y no te las daría, los estúpidos muñequitos del huevo Kinder que me dabas diciendo sarcásticamente que los guardase con mucho amor (pero yo aún así lo haría) hasta fotos de días inolvidables contigo. Todo, todo para ti, al igual que mi corazón: todo para ti.
Y entonces conté esta historia a mil personas. Nuestra historia. Nuestra montaña rusa, nuestra amistad, nuestras discusiones, nuestras noches en verano, hasta nuestro alejamiento. Y sí, lo último no era muy agradable, pero me encantaba contar esa historia. Me encantaba hablar de ti, y por muy desagradable que sonase ese alejamiento, no era el final de la historia. Aún no había final. Sabes, es esperanza aquello que te quema por dentro diciéndote cosas del corazón que contradicen la cabeza, y yo deposité todas mis esperanzas en ti, en aquella caja que te recordaría todo lo que éramos, y que yo daba por supuesto, volveríamos a ser. 
-A.


(Parte 1)

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