lunes, 29 de noviembre de 2010

Llévame alto


Y es gracioso. Bueno, quizás esa no es la palabra. Es sorprendente, es curioso, es… es ridículo. Es ridícula la forma en la que nos intentamos mentir a nosotros mismos. Tras medio año intentando mentirse a sí misma, que si no te quiere, que si no te echa de menos, no es así.

Tiene un enorme hueco dentro de ella que requiere ser rellenado; de algo que la haga feliz. La que lleve más alto que cuando se pone de puntillas. Más alto que cuando se asoma a la ventana del cuarto piso, más alto que en la cima de la Torre Eiffel, y más alto que en el Empire States. Tan alto como solo tú la puedes llevar. Secuéstrala, ráptala, hazla tuya. Llévala a un sitio más allá de todo, de donde alguien pueda llegar. Pero no la lleves a ese lugar, negro, hondo, exageradamente hondo. Donde todo se ve oscuro. Y donde se oye a la gente llorar de rodillas en el suelo buscando fuerzas.

Porque eso es lo que ya ve a su alrededor, y es uno de ellos. Rescátala. Hazlo. Llévala. Obedece. No puede mentirte. No puede mentirse. Quiere que seas suyo. Quiere que la hagas princesa de tu reino, quiere entregarte su amor en bandeja. Y por supuesto que tú lo aceptes.

Es ridículo, sí, pero es más ridículo amarte en silencio.


-A

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