domingo, 14 de noviembre de 2010

Desespero si no te encuentro


Resbalan. ¿Recuerdas cuándo me secabas las lágrimas? Nunca llevaba pañuelos conmigo y tú, además de ser mil cosas, también eras mi pañuelo. Y ahora he gastado todas las cajas porque ninguno es tan eficaz como tú. Y llueve. Mi cielo gris y las nubes negras lloran. Como mis ojos. Llorar. ¿Quién inventó ese horroroso verbo? El pronóstico es que mañana habrá truenos. Gradualmente el tiempo va de mal en peor, y llega un horrible invierno interrumpiendo en pleno verano.
"¿Por qué lloras mi reina?" preguntarías. Tu reina. ¿Sobre que reiné? ¿Sobre tu corazón? Porque ahora siento que todo se convierte en nada. No puedes quitarme mi reino así, de repente, de forma arrebatadora que hasta causa un dolor intenso.
Y sí, sí que lloro. Aunque no lo preguntes yo te contesto. Contesto a la pregunta que no puedo remediar querer que me hagas. A la pregunta que deberías estar preguntándome.
Pero no freno las lágrimas, porque eso es labor tuya, eras tú quien lo hacías y no me llegaste a enseñar como hacerlo. Con tus manos cuidadosas me las secabas con fragilidad y cariño. ¿A qué esperas para venir a hacerlo? Llegan al suelo y lo recorren con rapidez. Con la misma rapidez con la que salen.
Repito, ¿a qué esperas? Yo sigo esperando.
Ven. Ven ya. Si vas a venir hazlo ya. Porque algo dentro de mí me quema con el agradable, pero falso, presagio de que lo vas a hacer. Eso se le llama esperanza. Maldita esperanza que aquí permanece. Así que cierro los ojos y cuando los abra vas a estar ante mis ojos sonriéndome y diciendo que era una broma, que solo llegabas tarde pero que no tengo que echarte de menos, porque que estás en mi corazón y yo reiré aunque te diré que no ha tenido nada de gracia y te abrazaré. Con fuerza. Como si no te fuese a soltar nunca. Porque no lo quiero hacer. No puedo. La mitad de mi corazón queda vacío, y ya es imposible sobrevivir con esa sensación cuando te has acostumbrado a tenerlo lleno. Y me suspendo en ese abrazo que me levita.
Y ahora con una sonrisa en los labios abro los ojos.
¿Donde estás? Miro bruscamente de un lado a otro. Estás escondido, ¿verdad? ¿verdad?
En cualquier momento aparecerás, ¿verdad? Te busco y no te encuentro.
Busco donde no hay nada. Porque no vas a aparecer, ¿verdad...?
-A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Significa mucho para mí que tomes tiempo para leer el blog, muchoselefantesdelasuerte para ti