Sonreíste rompiéndole todos los esquemas. Sonreíste derribando todas las murallas que costaron todas sus fuerzas construir. Muralla cuya construyó con el concreto objetivo de impedirte entrar.
Que no entraras y pusieses todo patas arriba, como de costumbre. Que no hicieses escapar a todas las mariposas del baúl para corretear por el estómago, esas hormiguitas que las acompañan y el frenesí y conjunto de nervios.
Solo quedan las ruinas de esa muralla, y ahora simplemente se limita a dejar como esta sensación se apodera de ella.
Esta sensación que aunque no lo quiera admitir, resulta la sensación más maravillosa jamás.
-A.
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