miércoles, 19 de junio de 2013

This dormant love you've built inside your stubborn ways


El dolor viaja a 3000 pies por segundo. Eso dijiste la madrugada en la que me torcí el tobillo en nuestra escapada a la playa, ¿te acuerdas? Y sinceramente en ese momento me parecía imposible que pudiese ir tan rápido. Pero ahora sí, ahora sé que tenías razón. En ese momento no sé si fue el simple hecho de que estuvieses ahí conmigo que hizo ameno cualquier dolor físico que pudiese tener, o que la velocidad a la que iba la felicidad lo contrarrestaba. Pero ahora lo sentí. Intenso, rápido, imparable... Lo que por el interior. Lo sentí a toda velocidad como recorrió desde alguna parte desconocida del cuerpo acabando directo en el corazón, rozando la boca del estómago. Como una especie de punzada o una patada bien dada en el punto más doloroso. Como una especie de tembleque en las piernas que requería una huida inmediata.
A veces es peligroso caer muy profundo en redes (de alguien), porque después no encuentras la forma de salir. Y ahora me pedías que yo saliese de ahí porque ya no tenía un lugar, y yo, tan incapaz de ver una salida.
-A.

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