jueves, 31 de enero de 2019

Memorias de una portuguesa

Dicen que se termina de conocer a una persona por la manera en la que se marcha. Y qué bien te conozco. Para mí las dos de la mañana siempre serás tú escribiéndome que te vienes a mi casa de la fiesta porque quieres estar conmigo. Para mí, las tres de la mañana siempre serás tú dándome un beso en la frente para despedirte porque te echo de mi piso borracha de sueño diciéndote que tengo clase mañana. Las cuatro de la mañana siempre será el día en el que nos conocimos, tú borracho en la cama del Pedro preguntándome qué hora era y yo contestándote cantándote la canción que dice 'as cuatro da manhã' y tú diciéndome que pare. Las cinco de la mañana siempre serás tú cantándome Dona María en la terraza de la discoteca, yo con los brazos alrededor de tu cuello riéndome. Las seis de la mañana siempre serás tú saliendo conmigo del club enfadado porque el taxista no llega mientras caminas a regañadientes hacia la parada de autobús. Contigo nunca sentí las ganas de rendirme. A veces me duele un poquito que tú sí. No sé lo que era, pero ojalá te hubieras quedado hasta que se acabara. Te hubiese dejado dejar tu ropa en la silla de mi habitación un ratito más hasta toda la vida. Echar de menos algo que sabes que no va a volver a pasar. Qué masoquista. 

-a.

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