No son lágrimas, son goteras. Mientras todos lo llamaron insomnio, yo le puse tu nombre. La almohada húmeda se enfadó y ha dejado de consolarme y darme consejo. Al menos se ahorra el "ya te lo dije". Si ya lo decía Óscar Wilde, "Pero cómo vas a ser feliz con alguien que te trata como una persona normal". Supongo que yo no me sentía especial. O me conformo con poco. Es todo cuestión de perspectiva: mientras que el mundo parecía un poco mejor apoyada en tu pecho, ahora aprendo que porque algo fuera bueno en algún momento no significa que siempre lo vaya a seguir siendo.
Voy a aprender a dosificar mi tiempo para ahorrarme la mitad de las lecciones de la vida que llegan tarde.
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